Suena a tópico, pero todos buscamos nuestra felicidad personal y, por ende, la profesional. Que levante la mano aquel que no ha pensado alguna vez en su vida “he tocado fondo”. Amigo, estás de suerte, porque cuando estás abajo no es posible hundirse más.
Dediqué más de una década a trabajar en distintos países de Europa, y un buen día se me planteó la oportunidad de trabajar en otro continente, en Emiratos Árabes. Y yo, que soy valiente e independiente por naturaleza, me lié el pañuelo a la cabeza -nunca mejor dicho- y establecí base en UAE. Creo que en IKEA van a poner mi nombre a un mueble porque son mi proveedor principal cada vez que asiento campamento. Tuve miedo, por supuesto, pero un buen amigo me dijo que siempre podría cambiar si llegaba el momento.
Ese era mi caso hace unos meses, la búsqueda de empleo cada día era más inútil y frustrante; había llegado el momento de tomar una decisión y hacer algo valiente, dar dos pasos atrás, que nunca es fácil, y ver el problema con perspectiva para encontrar la solución. Llevaba tiempo obsesionada con mi trabajo, buscaba cambiar a una empresa más grande con mayor responsabilidad de trabajo, ya que me encontraba en una situación muy cómoda, en un puesto que conocía perfectamente, y al que me había estado dedicando durante años en Dubái. Pero mi mente luchaba su propia batalla: ¿para qué salir de mi zona de confort, en la que vivía feliz con mi coche automático, piscina y un piso de dos habitaciones en una zona residencial de Dubái? Una zona de confort agradable, sin duda, que cada día se me iba haciendo más pequeña. Y, de repente, un día me di cuenta de que necesitaba respirar algo más que no fuese arena del desierto.
La solución estaba ante mí: tenía que reciclarme. Hacer ese MBA que llevaba años postergando y preocuparme por algo más que los dividendos de mi empresa. Un esfuerzo que me permitiría volver con más fuerza y mejor preparada, para lograr encontrar después un nuevo puesto de trabajo con el que sentirme realizada de nuevo.
Admito que echo de menos la adrenalina de los «deadlines», o esos «brunch» con amigos que se convierten en cenas. Pero sé que volveré a tenerlos, ya sea en UAE u otro país, porque tomarme este tiempo para mí misma me ha hecho darme cuenta que no resulta imposible correr 15 km del tirón, que la vida de posgrado tiene sus encantos, y que a veces es necesario dar un paso atrás para coger impulso y saltar tres baldosines en el camino dorado la próxima vez.
Me gustaría terminar diciendo que el trabajo y su búsqueda es una carrera de fondo, hay que ser hormiga algunas veces para perseguir nuestro objetivo. Para aquellos que estáis buscando trabajo en UAE: no os desaniméis. Os daréis cuenta de que es un mercado muy duro y todo lleva otro tiempo. Es importante abrir la mente a otros mundos y no tener miedo de pausar tu carrera si lo haces para llenar la mochila que te acompañará en la vida.
Paz Figueroa