Muchas personas interesadas en trabajar en Emiratos Árabes, a menudo me preguntan si éste es realmente el país de las oportunidades o, por el contrario, es un infierno. También me preguntan si se puede encontrar comida europea; cómo tienen que vestir; si se puede beber alcohol; comer jamoncito; si las chicas pueden conducir; si hay iglesias; si hay toque de queda; si podrás comer tortilla española y otras innumerables dudas que pueden parecernos ridículas a los que aquí vivimos, pero se nos olvida que nosotros también las tuvimos en su momento.
Antes de nada, aclaremos un poco el tema Dubái, Abu Dabi y Emiratos Árabes. El oficialmente conocido como Estado de los Emiratos Árabes Unidos (en árabe, pronunciado Dawlat Al-Imārāt al-‘Arabīya al-Muttaḥida); más conocido como los Emiratos Árabes; a pie de calle, Emiratos; y para escribirlo, directamente: EAU o UAE (en inglés), es un país federado formado por siete emiratos: Abu Dabi, Ajmán, Dubái, Fuyaira, Ras al-Jaima, Sarja y Umm al-Qaywayn.
La capital está en Abu Dabi. El presidente del país suele ser el emir de Abu Dabi, y el primer ministro, el emir de Dubái. Las dos ciudades más grandes del país son Abu Dabi (la más grande en extensión) con 1,2 millones de habitantes y Dubái, 2,6 millones.
A grandes rasgos, y cometiendo el típico error de cuando se generaliza, Abu Dabi es como Dubái pero más pequeñita, algo más conservadora y más tranquila. Porque Dubái es una ciudad llena de fiestas, actividades, excursiones, presentaciones, cócteles, actividades deportivas, etc. De hecho, esta ciudad se creó para atraer a muchos turistas y a muchos trabajadores de otros países a los que se les construyó una ciudad que intentaban que fuera más parecida a Nueva York que a una ciudad de Oriente Medio. Y en muchas cosas, lo consiguieron.
Pero que haya fiestas y espectáculos, no quiere decir que aquí no se trabaje. Que te lo diga cualquiera que viva aquí. Aquí se trabaja y mucho. Si te vas a venir hasta aquí a trabajar y a ahorrar, no vengas a medio gas.
¿Comida?, la que quieras y de donde quieras. ¿Precios?, los que quieras. Obviamente no es lo mismo tomarte un kebab en la calle, que tomártelo en un restaurante bajo el mar con tiburones pasando a tu lado. Aquí podrás hacer cosas que son “impensables en España”, pero que pagarás a precios “impensables en España”. ¿Comida nacional? Por supuesto, pregunta a Mariano Andrés, hermano del chef neoyorquino José Andrés, que dirige diez restaurantes en Dubái. Tortilla, jamón, chorizo y lo que haga falta. Y no sólo en restaurantes; también en algunos supermercados tienen sección de sabores españoles. Y si te gustan los churros, en Abu Dabi, Orestes, es el jefe churrero. No hace porras porque con el calor, la levadura parece que no le funciona muy bien; pero tiempo al tiempo.
¿Ropa?, te sorprenderías de las tiendas que hay aquí. ¡Masculinas y femeninas! Y lo mismo con los precios: tú eliges, tú pagas. Aquí también hay Zara y todas sus marcas de compañía. Pero también otras marcas europeas o asiáticas, que te asombrarán. Sobre el tema ropa, te recomiendo que leas mi otro post, en el que hablo sobre este tema, 12 cosas que deberías saber si piensas trabajar en Dubái.
Tema Driving. Chicas, no hay problema. Podéis conducir. La prohibición es en el país de al lado, Arabia Saudí, y parece que allí ya están empezando a permitirlo. Iglesias católicas, haberlas, las hay. Como la de San Francisco de Asís y Santa María, en Dubái, y la catedral de San José, en Abu Dabi; y con bastante público. Y, lo de beber alcohol, hay bastantes lugares donde se permite y cada vez más. Ya sea en un bar con vistas espectaculares o en la mesa de un restaurante. Eso sí, los impuestos al alcohol aquí son bastante grandes. Si vas a un supermercado especial de bebidas alcohólicas encontrarás cervezas y botellas de todos los países. Ojo con la cerveza San Miguel, que aquí, es del fabricante filipino. El zasca ya me lo llevé yo; no hace falta que repitas.
Como puedes ver, nada muy diferente a lo que pueda ser vivir en una ciudad europea o norteamericana. Por supuesto que hay siempre cosas que cambian. Pero eso, hasta me pasaba en Barcelona, cuando crucé la Diagonal (parte alta) para vivir en el puerto (parte baja). Se pierden unas cosas y se ganan otras.
Dubái es una ciudad que te sorprende cuando llegas. Y no sólo por su look futurista mezclado con fotogramas desérticos. Es un «Blade Runner», en el que la mezcla de culturas es mucho más evidente que lo que te encuentras en Nueva York o en Bruselas, por ejemplo, punto de reunión de todos los europeos. En Bruselas, todos van prácticamente iguales, cortados por el mismo patrón estético. Es cierto que allí notas una ligera amalgama cultural cuando escuchas acentos de diferentes lugares; cuando surgen pequeñas diferencias culturales en el día a día. Pero Dubái, es la torre de Babel. Las diferencias entre dos personas que se cruzan en el ascensor son abismales. Colores de piel, rasgos, idioma, acento, manera de pensar, de sentir, de entender. Y ahora ponlas juntas a interactuar en un restaurante, en la gasolinera, en la cola del cine o, lo que es más chocante, ponles en una oficina trabajando juntos. Y a disfrutar (y a sufrir también, claro).
Esa es la experiencia que en pocos lugares vas a poder vivir, si no es en Emiratos. En este tejido multicultural real, con sus ventajas e inconvenientes. Como siempre. Donde tendrás que echarte a un lado tus costumbres, para dejar espacio al otro. Donde cada día que pasa aprendes cosas nuevas; cosas que te hacen pensar sobre la sociedad del futuro. Sobre lo grande que es este planeta y lo atractivo que es encontrártelo en la misma ciudad.
El día en que enviemos una nave a poblar Marte, probablemente los científicos mirarán a Dubái en un intento de aprender cómo será la vida en otro planeta, con personas de todo el mundo viviendo bajo una misma burbuja.
Esto es Dubái. Bienvenidos a Marte.
Antonio Pelegrin